domingo, 22 de febrero de 2009

El que era mi barrio

( Fotos de la web, casona de unas hermanas aristócratas en calle Victoria, un
incendio la destruyó)


La barraca de calle Chacabuco bulle en la mañana de ruidos, sierras, voces, ajetreos, olores a coigue, raulí y cedro...Un chispazo de memoria me duevuelve a los plácidos años escolares.
El Sr. Ewitt era un viejito taciturno y afeminado, parecía un conde perdido en sus pañuelos de seda y sus ternos italianos, escribía con pluma de tinta y se perfumaba en Casa Flaño, no me cuadraba esa imagen con las clases del taller que nos impartía; en medio de un salón abadonado y mohoso, debíamos aserruchar maderas, comprimirlas en tornos, lijarlas hasta el cansancio, sacarles su belleza... " siga la veta...." nos decía como si puliéramos ébano. Nos hacía comprar en la Botica Victoria tierras para teñir: nogal, laurel, cerezo, cientos de opciones. A veces escuchábamos a Wagner o Bach en su taller. Comprábamos gomas de colores, compases y grafitos en la librería Milán, una pequeña tiendita de útiles escolares donde podíamos transar bolitas de vidrio por pequeños y adorados sacapuntas.

Caminaba todos los días a mi casa en calle Victoria; entonces el Hospital Deformes se alzaba triste y resignado de su próximo destino: la demolición. En sus puertas, seres dolientes entraban y salían buscando sanación.
Los domingos tocaban las campanadas de la Iglesia Los Doce Apóstoles llamando a la misa matinal, mi abuela nunca pisó una iglesia, pero se levantaba con las primeras campanadas a preparar el almuerzo dominical con devoción de ritual, previamente ya había comprado todos los ingredientes en la Feria de la Avda. Argentina, donde había discutido con sus caseros sobre el precio de las papas y las cebollas.


(antigua calle Deformes, ahora está el Congreso)


El mediodía llegaba a este barrio alegre y sencillo, la Iglesia de San Juan Bosco aún lucía sus antiguos frisos, arquitectura y su jardín de quietud, antes que el terremoto del 85 la echara abajo sin piedad.

La calle Victoria ofrecía, un día domingo, la única oportunidad de verla en total silencio, los lunes ya comenzaba su trajín de mercaderes árabes y sus tiendas de camisetas y calzoncillos largos, las viejitas de peinado lacado siempre abrían puntualmente; mientras limpiaban las miles de cajitas de botones de colores, cintas y agujas. Los españoles lustraban sus zapaterías olorosas a cera y en los emporios, se cortaban trozos de queso, se esparcía de aserrín la entrada y se ordenaban los dulces de anís y los de violeta que costaban un peso (!).


(tipo de emporio porteño, hoy quedan ....dos?, foto de la web )

Pasaba lento el día domingo en mi barrio, pero así era la vida... lenta y dulce como el olor de los kuchenes de mi abuela, la siesta nos preparaba para una nueva semana de exigencias escolares, mientras nos almidonaban los cuellos de las camisas.....

2 comentarios:

Manuel dijo...

Qué bello lo que escribes!!! Algo alcancé a probar de estos aromas y sabores que describes.. de la mano de mi padre. Recuerdo bien el Deformes, con su laboratorio. Tenía olor a bosque. Mi tía trabajaba ahí y cuando los troles pasaban por Pedro Montt, temblaban los tubos de ensayos, quemadores, fraquitos.. todo.. como un pequeño terremoto.. indiferente para ella, fenomenal para mí. Recuerdo la Panadería El Sol, en la esquina. Vendían unos berlines lleeeeenos de crema pastelera. Esos bocadillos podían bien ser mi recompensa por una buena nota o por "portarme bien". Y qué me dices del Jardín hermoso de la Iglesia Don Bosco? Italiano, precioso... con sus rosales multicolores?
Esa vida de barrio en extinción ha cedido a una estética espesa, rápida, sin sabor ni color... Cuánto añoro el Valparaíso de antes!

Udo dijo...

Yo recuerdo un taller de cerámicas que impartía un matrimonio. Tengo recuerdos vagos de ese taller, sin embargo, la imagen que nunca borré de mi memoria fue el de las clásicas campanitas que el viento hacia sonar cuando se les colgaba en la terraza.
Considero necesarios los terremotos, pero ¿por qué arrasan con lugares históricos? Del reciente terremoto que azotó a Italia me dolió hasta el alma ver como edificaciones del Siglo XIII
terminaron en ruinas. Haremos plegarias para que desde ahora en adelante los terremotos sean más concientes y no sigan destruyendo la poca historia que nos queda, por supuesto además para que no maten a gente inocente, sólo a candidatos de derecha que deseen llegar a la presidencia.
Muchos besos y abrazos niña, espero que estés muy bien.
Sal-udo.



PD: Ah, lo olvidaba, te invito a dejar tu voto en mi blog para elegir a la Señorita ¡Y si fuera ella¡, por supuesto si hay alguna candidata que sea merecedora de tu siempre generoso voto.
Bueno, ahora sí, de nuevo muchos besos y abrazos.
Sal-udo