viernes, 7 de marzo de 2008

Saudade de Valparaíso



Leo a Orhan Pamuk y su libro "Estambul", en un tono bastante pueril, tal vez, nos introduce en la ciudad de su infancia, las calles tristes y decadentes de una ciudad que brilló en el Oriente ..... la cultura turca de los palacios, las joyas, las princesas y el Bósforo de fondo , me complace encontrar una mirada más contempóranea de una ciudad que también es protagonista en la novela "De parte de la princesa muerta" (Kenizé Mourad) , el desorden político interno y la colonización de las potencias, terminan por desarticular años de Imperio y vida de palacio.

Pamuk dice que la ciudad está envuelta en un halo de melancolía de tristeza, habla de "amargura" o de "hüzün", que ha sido incorporada como transfusión a sus habitantes, quienes no se asombran al ver cómo esos antiguos y espléndidos palacios bizantinos de madera tallada al borde de la costanera, se destruyen , se queman , se descomponen a merced del paso del tiempo y la falta de mantención.....mientras en su descascardos interior lo habitan , empobrecidas familias.
Me siento como en casa con esta descripción: ¿o es que en Valparaíso no pasa lo mismo?
Cada día veo cómo se van destruyendo hermosos palacios de principios del siglo xx, sin que a nadie le asombre, para qué enumerar lugares como el Palacio Subercaseaux destruído en la explosión de calle Serrano, o el increíble palacio veneciano de Guillermo Rivera lleno de vitrales , frescos , tallados y su escalera de onix , hoy convertido en un cité y oficinas de fotocopiadoras.

Lucy Briceño, la cantante porteña de boleros y cuecas porteñas, trabaja como costurera en una casa abandonada a las ratas y el polvo en calle Victoria, con vidrios tallados y frisos que se caen de pena...
Pienso en ello y como dice Pamuk parte de la decadencia de una ciudad tiene que ver con la pérdida de la capacidad de asombro de sus habitantes, ya nada conmueve, nada duele: panaderías de barrio que se convierten en cibercafés , palacetes que se subdividen en lúgubres oficinas kafkianas, cafés como el Riquet que ni siquirean pudieron despedirse de sus adeptos.....
La gente sigue su camino sin asombro y sin emoción, mal que mal hay que parar la olla cada día,
"ganarse el pan", a quién le importa que la ciudad de mi infancia y la de mis abuelos, de a poco comience a desaparecer?
Escucho a Misiá, la increíble cantante de fados, famosa en Portugal y en el mundo, ella dice que cada cierto tiempo, necesita alejarse de Lisboa, para no perderla, necesita extrañarla, soñarla y hasta fantasearla, así parte por el mundo hasta que, nuevamente, la ciudad comienza a convertirse en una necesidad imperiosa. Así también yo necesito sentir saudade de Valparaíso.

" ..... Llega un momento en que, mires donde mires, la sensación de amargura se hace tan patente en la gente y en los paisajes como la bruma que comienza a moverse poco a poco en las aguas del Bósforo las frías noches de invierno cuando de repente sale el sol”. (Orhan Pamuk)












7 comentarios:

Gonzalo Villar Bordones dijo...

Estambul es una ciudad encantadora, decenas de capas de cultura la cubrenñ están los baños romas, Haia Sofía, la mezquita azul, miles de mezquitas, el bósforo, las mujeres caminando en grupo cubiertas de negro, la falta de baños, los prostitutos, el tranvía, las tiendas de yougurt, el gran bazar, los vendedores de alfombras invitando un te de manzana, los vendedores de churros, el café turco, la gente jugando bridge y backgamon, la comida exquisita... todo muy barato... moscú 80 dólares en avión. las islas del mediterráneo a un paso.

Casi tan fascinante como nuestra ciudad.

Gonzalo Villar Bordones dijo...

romanos

Nere_ekialdean dijo...

Valparaiso... tengo dulces y pesados recuerdos de sus ascensores, callejuelas, chapas, tejados, ondulaciones y tejeduras.

Vengo de este blog

http://aitorarber.spaces.live.com/

Anónimo dijo...

Cada dia más pienso que los porteños, como tú, nunca sienten tristeza o nostalgia por o de Valparaíso, sino que son tristes junto a Valparaíso.
Saludos
CV

Manuel dijo...

Me encantó lo que escribiste y cómo esa sensación de dejo, tristeza, saudade, vemod, hüzün o como se llame, se empapa desde las fachadas de los edificios derruidos a los abrigos rotos de los viejos y los zapatos desabrochados que seguirán así... Con los incendios recientes, que dejarán de ser noticia por la normalidad que constituyen, me volvió esa angustia por la apatía de los porteños, esa abulia que percuela hasta los intersticios de la ciudad, que se expresa en la cultura de la suciedad, el falta de cuidado, la crítica constante a esta urbe plena de mitos y escaleras.
Será que debamos alejarnos en masa para vivenciarla?

Tristancio dijo...

Valparaíso...
Sentados en lo más alto de unas escalas en el Cerro Cárcel, miramos las casas que se extienden, como una alfombra vieja, ante nuestros ojos... y hablamos del puerto, de sus muros que cuentan historias, de los recovecos que vemos y los que intuímos. Hablamos de la ciudad como si ya nos hubiésemos ido, como si la nostalgia fuera parte del paisaje... bajamos, obedeciendo la dirección de una escala que nos sabemos adónde nos llevará, saludamos a los perros y los gatos... los cordeles con ropa flamean como diciéndonos adiós. Al final de la jornada sentimos que algo nos ha pasado... la saudade, quizá, mezclada con la impotencia de sentir que Valparaíso es el buen y bello amante que dejamos ir... o morir.

Saludos.-

Gonzalo Villar Bordones dijo...

te imagino bebiendo una copa de vino al otro lado del cerro.