lunes, 7 de febrero de 2011

Buscando a Santomé en Montevideo




Martín Santomé se me escapa cabizbajo, entre los alegres oficinistas de Montevideo, la ciudad despierta ya, con el calor propio del verano atlántico y los turistas colapsan la Plaza de la Independencia tomando fotografías y frecuentando las casas de cambio. Se me escapa en un andar rápido e indiferente....no sé bien en qué etapa lo encuentro, si buscando el departamento que necesita, en medio de los carteles de alquiler que se ven en la 18 de julio, en un día de intenso ajetreo cotidiano y laboral....los balconcitos de nobles rejas forjadas y líneas clásicas de la época dorada de la ciudad me distraen.... el edificio Salvo en su audaz apuesta para la época, me invita a buscar el mejor ángulo, desde donde Santomé se dedicó a describirlo.

Lo alcanzo a divisar de espaldas , va apurado y no mira para atrás..... quizás ya está jubilado, viviendo el ocio aplastante y sin sentido de su temida soledad.... tras la muerte y el dolor, la reconstrucción comenzó siendo la negación, pero hoy es el humor negro, los cafés de los boliches del centro, los cigarrillos mal apagados y uno que otro encuentro relámpago en las " amuebladas".

Me enrabio con Martín Santomé, porque me dejó un sabor amargo en las calles que recorrí mientras leía su historia..... me enoja pensar cómo pudo poner todos los dados en una sola apuesta..... ya estaba maduro, ya sabía el juego, ya conocía las reglas, sin embargo, entregó su ingenuidad a una ilusión que luego lo zafó de cuajo de la realidad y lo entregó al balbuceo somnoliento de quien no va a ninguna parte.

Me hacía gracia el humor irónico de Santomé en los días de oficina, su desdén por los demás, la soledad asumida de quien no quiere saber de las vidas de aquellos otros, que también patean el trabajo día a día..... me conmovía la soledad dominguera de almuerzos de cafetín y siestas que llenan la tarde..... la ansiedad por terminar con la monotonía del trabajo y la sensación súbita de vacío mientras el calendario en el fondo de la pared se añejaba.... me hacía chiste su forma de enfrentar el destino, hasta que todo se puso demasiado ficticio, el amor, el entusiasmo, la complicidad ......

Todo se fue a la mierda.....

Jugaste demasiado mal los dados que tenías, los que te puso el destino.... prefiero no verle la cara a Santomé.... prefiero que se pierda entre la multitud, quién sabe si de espaldas, su historia puede tornarse un poco más digna e inconclusa que lo que intuyo.....




2 comentarios:

Gonzalo Villar Bordones dijo...

mientras tanto,Isidora y yo buscábamos un águila y un edificio con olas en la cercana Atlántida.

Gonzalo Villar Bordones dijo...

fatal, en 6 años cumpliré la edad de Santomé.