martes, 13 de noviembre de 2007

LA POLITICA DEL FARREO

Cuando era una niña mi madre me llevaba de vez en cuando a recorrer sus hermosos salones cargados de óleos y telas de otra época, admito que no me entretenía tanto eso como ver los pescaditos de colores en la pileta de afuera del Museo Pacual Baburizza, correr por los jardines bien cuidados de su entorno y esconderme en una glorieta rodeada de buganvilias, en la que me imaginaba tomando un británico "five o'clock tea", también ideaba formas de subirme al centenario árbol que estaba instalado justo frente al mirador que da al Ascesor El Peral.

Hoy ya no hay árbol: lo talaron. Adujeron que estaba podrido en sus raíces, pero sospecho que se murió de tristeza, de pesar por el silencio que rodea los jardines del Baburizza desde hace más de 8 años. Turistas y paseantes llegan cada fin de semana a admirar sus increíbles detalles ornamentales y la loca arquitectura pregaudiana que aún se levanta con dignidad. Adentro sólo penan las ánimas.... y las termitas que han arrasado con todo. Las pinturas sólo se pueden admirar en nuestro Senado de la República .
8, 9, 10 años, a nadie parece importarle .........

Recorro Valparaíso un día domingo en la tarde y más parece un pueblo fantasma tipo Comala de Rulfo, que una ciudad patrimonial, no es malo ese hálito de soledad, pero la ciudad se ve triste..... el nuevo Edificio de la "Cultura" aparece como una mole bau haus cerrada y silente. ¿Qué no habían prometido una cafetería en su terraza con vista a los cuatro vientos?, no iba a ser un lugar abierto a todos?

Qué rabia ver cómo nos farreamos esta ciudad y sus escenarios urbanos, debería estar cada fin de semana llena de música, teatro y colores en sus plazas. Pero que va....... a nadie parece importarle mucho.........

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Tengo la misma sensación de que hay muchas oportunidades que se pierden en esta ciudad. ¿qué rol podemos jugar para revertir eso?
Salidos
CV

Manuel dijo...

Completamente de acuerdo contigo, amiga. Lamento que no se resguarden los capitales que permiten a esta ciudad ser única... y no quiero sonar reiterativo, pero creo que el mejor ejemplo sin mi bandera de lucha: los ascensores. Son la cara de la ciudad y ahí los ves, pudriéndose en el óxido, muriendo al olvido, siendo devorados por los matorrales y el desuso.
El pimiento que no está transformó el paseo en un lugar desolado y triste--
Si bien hay avances en la eventualmente mayor conciencia patrimonial, quizá no sea más que un eslogan, golondrinas de un cambio que no vendrá.
Besos

Violeta z dijo...

Paso a diario por ese paseo y noté lo del árbol talado. Igual que los signos de identidad. Me parece muy triste la forma en que se está pensando la ciudad... Aunque no la veo como ciudad triste, porque mis pasos, los tuyos, los de manuel, Nico y tantos y tantas, las dotamos de vida, sangre, alma...

Besos
La otra vez estaba lejos del PC
Todo mal, nunca nos encontramos..
Romina

ALEC dijo...

Después de muchos años alejado, estuve hace pocos días recorriendo los que fueron mis dominios cuando niño: el cerro Cárcel, la plaza Bismark, el cerro Concepción, la calle Yerbas Buenas... recordé las frenéticas bajadas en bicicleta por Almirante Montt, las vueltas por Templeman y sus alrededores, el Paseo Yugoslavo, y las felices tardes mirando el subir y bajar del ascensor El Peral.
Ese domingo también tuve la sensación de estar en una cuidad triste y fantasma. Pensé que eran ideas mías, que me había acostumbrado al carácter hiperventilado de los santiaguinos... pero ahora que te leo reflexionando sobre lo mismo me entró la preocupación.
Me sumo a la pregunta que deja Carlitos más arriba: ¿qué podemos hacer para recobrar el espíritu de nuestro querido Valparaíso?