jueves, 27 de diciembre de 2007

Operación Emanuel


Estuve toda la Navidad pendiente de ellos, no puedo abstraerme de la terrible tragedia que significa estar privados de la libertad, dormir en las más precarias condiciones y bajo un constante y cruel sistema de amenaza sicológica.
Consuelo, Clara y el pequeño Emanuel son aún presas de la guerrilla colombiana, valen lo que puedan ser transados. Pero en los últimos meses y según conversaciones entre el gobierno y los "combatientes" , deberían ser devueltos a su familia ahora. Emanuel llegará recién a conocerlos, pues nació al alero de la selva, los fusiles y un captor que, en esas paradojas de la vida, hizo madre a una de sus rehenes.
Me intriga esta historia de terror, de muerte, pero también de vida, de cantos infantiles, de contradicciones. Síndrome de Estocolmo o no, nadie sabe a ciencia cierta que pasará con ese niño nacido y criado en las más extrañas circunstancias.
A Villavivencio, en la selva colombiana se alistan helicópteros, patrullas y convoyes para rescatar a Consuelo González, Clara Rojas y el pequeño Emanuel de sólo 3 años, en Caracas los esperan con ansiedad e incredulidad.
Aún quedan en medio del follaje salvaje, 42 rehenes que valen la liberación de 500 guerrilleros.


miércoles, 19 de diciembre de 2007

Lucy Briceño


La veo cantar en Las Guitarras, con esa voz poderosa y vehemente, ronca y segura. Cada vez que cambia el tono, sus ojos perfectamente delineados y sus cejas pintadas, permanecen sin alteración. Admiro su piel tersa, su maquillaje tipo Paula de los 60, sus pendientes colorinches y escandalosos, su peinado de salón de barrio, perfumado a laca. Me parece imposible que esta mujer de un pasado asombroso, tenga 70 años ... y siga encontrándose con la noche .
Pregunto por su historia....su voz me habla de un pasado, de una pasión y de una renuncia. Me cuentan que hace tiempo tuvo un amor , de ésos que no vuelven y que tras ello, sin saber qué sucedió, ella optó por la soledad.
La máquina de coser suena en su mecánico ritmo , sin cesar, casi con vida propia.
Sin las huellas de cansancio de la trasnochada anterior, Lucy se sienta a dar forma a faldas, vestidos, ruedos y volados. La casa huele a humedad y deterioro, pero resulta una atmósfera cálida e íntima, deben quedar pocas casas con vidrios viselados como ésta, frisos y puertas talladas , delante de ella el comercio ambulate se ha apoderado de la fachada casi disfrazandola de fea chatarra mercantil. Allí sigue cosiendo las ropas a otras y por las noches cantándole a otros, las letras de sus canciones que hablan de amores trucos y de soledades espesas..........

martes, 4 de diciembre de 2007

Detesto la Navidad con toda mi alma, desde que soy adolescente, esa mezcla de consumismo frenético disfrazado, de calor insoportable y de neurosis colectiva, sencillamente me supera , pero casi siempre me hago a un lado para no pasar de amargada para el resto que pierde la cabeza en las multitiendas o se quiebra las neuronas pensando qué le comprarán a los hijos, cuando los cabros a los pocos días ya están otra vez maravillados con corchos, botones, palitos y cucarachas ( y son tan baratas!!!!!!)

En fin, me las ingenio para escaparme un rato y manejo por las calles solitarias y oscuras, mirando por ahí a los que, como yo, no están ni ahí con tan ridícula fecha , a veces me da ataque de solidaridad y termino sirviendo cenas para los indigentes en el Mercado Cardonal de Valparaíso o haciendo chistes de un oscuro humor con mi hermano, tan proclive como yo a ir contra la corriente.

En fin....., sin embargo hay un recuerdo que puedo rescatar de mi infancia y que está ligado a la Navidad: mi abuela, una señora alemanota , gordita , chistosa y vehemente, que cocinaba como los dioses y nos cuidaba como leona en celo , se le ocurrió coserles vestidos a todas mis muñecas. Yo tenía como 12 muñecas , y ella se las ingenió no sólo para hacerles una tenida a la medida a cada una, sino que tb, las muñecas más queridas por mí, tenían los mismos vestidos que los míos!!!!! . Así, si yo decidía salir de paseo; mis muñecas iban combinadas conmigo. Es el mejor recuerdo de mi infancia: mi abuela y mi sorpresa de niña a la mañana siguiente de la Navidad. Claro que tras ello me quedó claro que el Viejito Pascuero no existía: ..... ¡¡¡¡¡¡¡nadie se manda semejante pega !!!!!!!!!!!!! (excepto las abuelitas, of course).