viernes, 11 de enero de 2008


Mientras la gran masa corre indiferente buscando la seguridad del retorno o la implacable marca del deber, o mirando ansiosamente la hora para el bendito almuerzo monótono de cada día, hay quienes se desligan en cierta manera del tedio cotidiano en las benditas vacaciones anuales, de la gris jornada aburrida y carente de desafíos, pasamos al cambio de paisaje, ahora la naturaleza, el mar, los lagos o la playa toman la prioridad, tardes enteras de no hacer nada, excepto ir a comprar el pan amasado de la tarde, dormitar y dar rienda suelta a otro tipo de aburrimiento y de múltiples pensamientos que afloran en medio del silencio del atardecer y de la noche.

Mientras eso sucede y una gran parte anhela salir de vacaciones y la otra desea otras cosas más secretas a la sombra de un buen árbol y junto a los libros que nunca leyó en el año, hay quienes viven a otro pulso y a otra angustia....... en una cama del hospital porteño vive su vía crucis un muchacho con todas por delante, su dignóstico: cáncer; su pronóstico: algunos días más de vida.

No he podido desprenderme de su sufrimiento y de su rebeldía, la misma que lo llevó a arrancarse catéteres y sondas con una furia tal que sorprendió a todos, sacando fuerzas de donde ya no tiene ......... mientras mi máxima preocupación es mirar mi saldo, pensar cómo financiar tantas salidas al cine, teatro y danza y comidas varias.......... el muchacho en cuestión sólo espera la muerte sin saberlo en la cama del hospital, su familia aún no se atreve a decírselo y vaya que tremenda decisión es............

Pienso en las medidas de tiempo y nuestra percepción del mundo a través de ellas, qué es un día?, una hora? qué intensidad tienen los minutos para quien intuye que morirá o partirá lejos?, qué sentido tiene el tiempo para la bucólica vida de quienes viven en el campo, sentados cada tarde en la puerta de sus casas, qué dimensión tiene una tarde, un mes o un año para el que ya no espera nada de la vida????? cuántos años pasaron por Clara Rojas o Ingrid Betancourt..........?

Recuerdo tb los años-caracol de Cortázar, el sentido de lo que nunca llega, de lo que jamás cambiará y de lo que invitablemente desaparecerá como nuestras sombras al llegar la noche....

4 comentarios:

Manuel dijo...

Qué angustia. De pronto hace bien relativizar los infiernos de cada cual frente a otros con llamas aún más altas y brasas más rojas. Y fuera de este caso, cuántos otros hay! Pienso en las mujeres de Bagdad, que empacan y desempacan a diario sus recuerdos porque temen que la próxima bomba les caiga encima y haga añicos sus hogares. Pienso en los refugiados de Darfur, que viven librándose de sabotajes humanitarios, o los albaneses, que sufren los cortes de agua de Azerbaiján... incluso, MUCHO más cerca, la crisis que viven los mapuches con un Estado irresponsable que los mata por la espalda.
Horror... tanto dolor que neutraliza y acostumbra y eso es, creo, lo más peligroso de todo.

Gonzalo Villar Bordones dijo...

Pucha, fue como seguirte al hospital, querida vecina.

ALEC dijo...

Oler la muerte es algo espantoso. Es inevitable que ese sólo hecho lo lleve a uno a tomar conciencia de lo frágil que es la vida humana, lo fácil que se consume por una enfermedad incurable, o lo rápido que expira cuando el destino se cruza en forma trágica en el camino, sin previo aviso.
En realidad este tema me estremece porque he estado cerca de la muerte en varias oportunidades. De hecho muy pocos saben que sólo de milagro estoy aquí todavía, pues hace años atrás sobreviví a un accidente de auto que pudo haberme borrado de un plumazo. Esa fue la primera vez que sentí tan de cerca el olor de la muerte.
Vive, chica. Que esto se acaba cuando uno menos lo espera.

Tristancio dijo...

"Morir es una costumbre que sabe tener la gente..."
(De una canción que escuché por ahí).

Un saludo de vida (aprovechando que aún la tenemos).-